martes, diciembre 20, 2005

Cartas de Eric Puleva

Hoy que tengo fiebre he recordado, con la claridad velada que nos ofrecen las décimas, aquellas palabras que una vez me dijiste. Me dijiste, espero que lo recuerdes, que cuando lo hacíamos solías despertarte soberesaltada por la sospecha de que mi semen tuviera bordadas las iniciales de otra mujer. Recuerdo que lo dejaste porque te daba miedo quedarte preñada del muñeco de un ventrílocuo.

Somos lo que vivimos, Pilar, tanto como lo que el espejo nos devuelve. Cuando vives al límite, si vives al límite acabas por darte cuenta, tarde o temprano, de que tu rostro son quince, tal vez dieciseis, pasos mal dados y los restos de un puñado de mujeres. También de que no hay nada que hacer, que convertiste en rencor la melancolía de las mujeres y que, en realidad, sólo serías otro si te sentaran bien los pantalones blancos y las camisas azules.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No sabía que Eric podía llegar a ser tan profundo y oscuro, ¿será porqué quizá en la soledad de nuestras celdas de manicomio siempre hacemos repaso a nuestras vidas y grueso acopio de suspiros de añoranza de tiempos más felices?
Desde aquí exijo la inmediata puesta en libertad de Eric Puleva.

10:06 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Exigencia denegada.

No olvides que la reclusión de Eric es voluntaria, ahora...

12:37 a. m.  

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